Un hongo de este cereal, utilizado en la Edad Media como sustituto del trigo, avivó el fuego de las hogueras en el Norte de Europa
Publicación: 27/10/2015
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La harina de trigo era en esa época un artículo de lujo. La mayoría de la población amasaba el pan con harina de centeno, alimento básico por entonces en el Viejo Continente y las colonias inglesas como Nueva Inglaterra, donde nació la leyenda de las brujas de Salem. En la base de este cereal, y en condiciones húmedas, crece con cierta facilidad el ‘cuernecillo del centeno’ (Claviceps Purpurea), un hongo que se convirtió en plaga durante amplios periodos de la Edad Media.
Ahora sabemos que este hongo produce varios tipos de micotoxinas: ergotamina, ergovina y ácido lisérgico, más conocido como LSD. Alucinógenos que, consumidos en el pan en las mismas proporciones, afectaban en mayor grado a las mujeres por la diferencia de masa corporal. Los espasmos musculares y las alucinaciones por causas desconocidas eran frecuentes e iban acompañadas de dolores estomacales, náuseas, vómitos y escalofríos. Comunidades enteras se veían afectadas por una sustancia escondida en el pan.
En consumos prolongados los síntomas incluían alucinaciones aterradoras acompañadas de una sensación de quemazón que les recorría el cuerpo, convulsiones e incluso la muerte. Un cuadro que los ‘médicos’ de la época no supieron descifrar. Nadie pensó en el pan y la necesidad de dar una explicación al problema hizo el resto. Se buscaron respuestas en la superstición y se empezaron a atribuir los síntomas al encantamiento de las brujas. Las mujeres más afectadas por el cuernecillo del centeno, lejos de recibir atención sanitaria, fueron quemadas en la hoguera en un periodo de la historia marcado por una frenética caza de brujas. Una campaña que los investigadores relacionan ahora de forma directa con el consumo de pan de centeno y las microtoxinas liberadas por el hongo.
Como explican los doctores Antonio Quesada y Antonio Ortega, del departamento de Botánica de la Universidad de Granada, los alcaloides del Claviceps Purpurea son potentes vasoconstrictores y tienen efectos sobre el sistema nervioso central tanto en las personas como en los animales que lo ingieren. “El consumo de pan de centeno contaminado por cornezuelo conducía al ergotismo, una enfermedad que se caracterizaba por la aparición de gangrena de los miembros, trastornos del sistema nervioso central y la muerte”. La enfermedad, que llegó a ser epidémica en la Edad Media, atacaba sobre todo a los pobres ya que las clase acomodadas se alimentaban de pan de trigo.
Son numerosos los casos en los que se ha podido relacionar ergotismo y brujería. Las investigaciones indican que en el distrito francés de Lorraine, por ejemplo, hubo tantos brotes de ergotismo como persecución de brujas desde la Edad Media hasta el siglo XVII. Pero hay dos que han pasado a la historia por su amplio registro documental y que permiten relacionar la enfermedad con las acusaciones de posesiones diabólicas: las brujas de Finnmark, en Noruega; y las de Salem, en Estados Unidos.
En Finnmark, entre 1610 y 1692 cerca de 150 personas fueron llevadas ante los tribunales con el ergotismo como origen de las persecuciones, de las que dos terceras partes fueron ejecutadas en los más atroces juicios sumarísimos de la historia de Noruega. Pero el caso de Salem (Massachusetts) es el más mediático. De 1691 a 1692 hubo un repentino aumento de los episodios de brujería relacionado ahora con un brote de ergotismo. Veinte personas fueron ejecutadas y otras murieron en prisión. La mayoría muchachas jóvenes que presentaban un lenguaje descoordinado, gritaban blasfemias, tenían movimientos convulsivos y entraban en trance. Los médicos no encontraban explicación y fueron acusadas de estar embrujadas.
La investigación de la Universidad de Granada proporciona otro argumento que relaciona al cuernecillo del centeno con la brujería: su uso como oxitóxico para la aceleración del parto. Esta práctica era habitual en la Edad Media, pero una dosis errónea podía provocar abortos y nacimiento de bebés ya muertos. De esta forma se arraigó la creencia de que algunas comadronas eran en realidad brujas que provocaban la muerte de los fetos para entregárselos al diablo.
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Copyright © 2024 MUNSA MOLINOS, S.A. de C.V.
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